Dulce Olivia tenia un genio vivo y buen caracter, y no era facil descubrir que estaba loca. Desde la primera vez que la vio, el joven Ygnacio la distinguió en el tumulto de la terraza, y ese mismo día se entendieron por señas. Ella cocotologa insigne, le mandaba mensajes en palomitas de papel. El aprendió a leer y escribir para corresponder con ella, y ese fue el principio de una pasión legitima que nadie quiso entender.
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