No entiendo por qué todavía no me acostumbre a sus actitudes de miérda, a sus ganas de nada, a su gruñido eterno.
Si encontrase la receta mágica o la valentía para escaparme, me escaparía a los brazos de alguien que, para mi sentido común, valiera la pena.
¿Para qué tanta paciencia a alguien que, sin exepciones, a la primera de cambio larga todo?
¿Para qué tanta paciencia a alguien que nunca te aceptó como vos eras?
¿Para qué carajo tanta paciencia a alguien que te cambiaría sin pensarlo si tuviese la oportunidad?
Me sorprende lo sumisa y tonta que puede ser a conciencia en nombre del "amor". De un amor que es amor a medias, que es ni, que es mas no que ni. De un amor, que según salió de su boca, no es mi amor. De un amor del cual no me puedo sentir parte.
Me pregunto, y varias veces, si es que no puedo estar sin ÉL o si lo que pasa es que no puedo estar sin nadie.
Hace menos de un mes lo elegí. Lo elegí primero porque me encanta, segundo porque me sentía especial y única con Él y tercero porque creo en nosotros, en lo que somos y en lo que podemos ser. Pero me siento un salmón.
Me sorprende la cantidad de palabras y pensamientos y reflexiones y sentimientos que todavía me arranca. Me desarma.
Y en realidad es que lo extraño, es la bronca de que no tire conmigo y la resignación de que nunca va a tirar para mi lado. Y también es saber que lo quiero y saber que me quiere y que nos cuesta. Es el fastidio que me da saber como nos cuesta ¿Sabes qué? Creo que también son celos, celos de que haya gente que lo tenga más que yo.
Tengo miedo, odio ser tan insegura. Más odio su inconstancia. Más aún odio mis enojos sin razón.
Punto final, cierro paréntesis.
(Ya está, ya me reconcilié conmigo)
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