Hace ya un tiempo que vos y yo nos estamos mirando la cara. Te hago retoques. Un día te amo, otro ya no. Hay veces que te tornas maduro y otras sos de una nenita pequeña; sin embargo todavía no salías a la luz.
Hoy, un poco para salir del astío de estudiar, otro poco por la necesidad casi imperiosa de escribir; decidí empezar.
Uno, dos, tres, cuatro bosquejos de lo que quería fuera mi primer post. Es la primera impresión de alguien y yo quería que fuera impecable. Retoque acá, otro allá. En fin, imposible seguir encontrandole sentido después de tantos cambios.
- Baja un cambio, loca. - Si, como si eso fuera posible. De pronto me encontré siendo exigente con un texto para mi. Por la primera impresión de algo que yo sola iba a ver, que yo sola iba a juzgar y algo que, no siendo un hecho menor, nació de mi.
Hace un tiempo escribía porque sabía que alguien me leía, como una especie de puente. Hoy escribo porque lo necesito, porque me gusta, porque lo veo como una herramienta para no perder, para no perderme.
Me extraño.
Quería que el primer post sea algo perfecto, inmaculado.
- ¿Para qué? - Descubrí que cuánto más natural, cuánto mas limpia las lineas, cuánto más claras las palabras mejor me muestro.
¿Qué más lindo, díficil y desafiante que la primera impresión que nos damos a nosotros mismos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario