No me gusta que la gente me caiga mal. Me fastidia gastar energía en eso. Odio odiar, es redundante, pero el odio me parece el sentimiento más inútil y sin sentido de todos. Lo detesto.
Y ahora ella me cae mal. Y no me gusta que me caiga mal. Y detesto que sea culpa de Él por no manejar bien las cosas. Y detesto gastar energía en pensar mal de ella, me parece tan innecesario, tan tonto, tan odioso.
Y me fastidia de maneras inimaginables saber que esto va a seguir siempre así como el orto. Así, ciclícamente un derroche continúo de energía.
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