Hoy en el tren dos señoras estaban hablando de intervenciones médicas traumáticas y recordé dos situaciones de mi vida que odiaría repetir.
Una de ellas, la primera, fue esa vez que me hice una autopsia. Sí, con la carga emocional que eso conlleva. Recuerdo que no quería ir con otra persona que no sea A, recuerdo llorar mucho esa noche antes porque no sabía que iba a pasar. Llegué a las 12 hs., entré, me llamó 12:30 y me dijo: ¿querés entrar con Él? Y yo dije que no, porque me daba "cosita" y es el día de hoy que me arrepiento. Entré al consultorio, me saqué la ropa y me acosté. Y empecé a pensar y a pensar lo mal que estaba todo con Él, lo mal que estaba todo en mi casa, lo mal que estaba yo. Lo triste que era. Lo feo que era estar ahí y me dolía. Ella me decía que hablaramos y yo le contaba cosas de la facu, le contaba lo mal que estaba con A y ella me decía que hay veces que mejor cortar por lo sana y era lo que me decían todos y yo no quería escuchar. Y de pronto empecé a llorar y a llorar y ella me decía que era normal, que era movilizador, que respirara hondo, que todo iba a estar bien. Y me dolía. Y lloraba y quería desaparecer, no enfrentar eso, no estar más ahí. No estar más. Y salí y Él me abrazó y me prometió que todo iba a estar bien, que no importara que iba a estar todo bien, que Él se iba a encargar y yo lloré. Y nos tomamos un remis y me acostó y no podía caminar, me sentía mal y se quedó sentado al lado mío todo ese día y el otro. Y yo me sentía mal. Tan, tan mal. Y dormí toda la tarde. Y lloré toda la tarde. Y no me voy a olvidar nunca esa sensación de vacío, de no-puedo-más-con-todo-esto que sentí.
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